El entrenamiento inestable, ¿recomendable para el pádel?

Las nuevas tendencias de entrenamiento pretenden aumentar el número de recursos físicos que ofrecer al jugador, pero en ocasiones no todo son beneficios para aumentar el rendimiento.

Las nuevas tendencias de entrenamiento pretenden aumentar el número de recursos físicos que ofrecer al jugador, pero en ocasiones no todo son beneficios para aumentar el rendimiento.

El entrenamiento funcional es un claro ejemplo de estas últimas tendencias con nuevos materiales de inestabilidad que hacen incrementar el abanico de ejercicios disponibles con distintos objetivos pero que, en contrapartida, pueden hacer peligrar el rendimiento del jugador de pádel.

Por ello queremos echarle un vistazo a la literatura científica para corroborar los beneficios y los efectos negativos del entrenamiento inestable en la preparación física específica del pádel.

Inestabilidad para el core

El núcleo de nuestro cuerpo es el encargado de generar las fuerzas estabilizadoras en todos los golpeos técnicos que se dan en el pádel, de ahí la importancia de trabajar este conjunto muscular en todas sus facetas.

El entrenamiento inestable sí es una buena opción para tonificar el core, así lo señala uno de los estudios pioneros en este tipo de materiales en el que se afirma que la mayor activación se da cuando el ejercicio se practica sobre una superficie inestable. El oblicuo externo es el músculo que más se beneficia en este caso, protagonista en golpeos de revés entre otros.

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Inestabilidad para la potencia

La explosividad y la potencia son las dos aptitudes más predominantes en el deporte del pádel. Cuando la sesión va dirigida a trabajar ambas cualidades el entrenamiento inestable debe quedarse de lado. Así lo confirman la mayoría de investigaciones que concluyen afirmando un detrimento de la explosividad y la potencia cuando los movimientos son ejecutados en superficies inestables.

Por lo tanto, cuando queramos entrenar la fuerza explosiva en nuestra preparación física debemos realizar los ejercicios tradicionales como arrancadas, sentadillas y demás movimientos olímpicos con las cargas recomendadas, que oscilan entre el 40% y el 65% de la repetición máxima. Este es el principal defecto que posee el entrenamiento inestable pues la potencia debe ser el objetivo principal en la preparación.

Inestabilidad para las lesiones

El gran uso que se le da a las plataformas inestables está estrechamente relacionado con la prevención y la readaptación de lesiones deportivas. Pero, ¿realmente son eficaces estos ejercicios? Lo cierto es que las ciencias del deporte han estudiado a lo largo de los años estos efectos y la mayoría de ellos afirman efectos positivos para ambos objetivos.

Por ejemplo, un estudio  trató de comparar las plataformas inestables con los ejercicios estables para la prevención de lesiones de ligamento cruzado anterior, una de las más causadas en el pádel. Finalmente el estudio concluye con una diferencia estadísticamente significativa de mejora cuando se utilizaba el bosu frente a los ejercicios de estabilidad en el suelo.

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Por lo tanto, y a modo de resumen, podemos afirmar que el entrenamiento con inestabilidad es óptimo para la prevención y readaptación de lesiones, así como el fortalecimiento funcional de la musculatura del core. Sin embargo es desaconsejable cuando los ejercicios van destinados a incrementar la producción de potencia y explosividad.