Cualquier deportista, ya sea en el alto rendimiento o en el pádel amateur que la mayoría suele practicar, pasa por distintas fases de motivación y autoconfianza. Es lógico y normal que nuestros primeros meses la motivación sea elevada con un rápido y fuerte aprendizaje técnico que nos haga mejorar exponencialmente como jugadores. Pero también es común experimentar un “bajón” anímico a medida que avanzamos de nivel, pues las exigencias y la dificultad de avanzar se hace cada vez mayor. En este artículo queremos darte algunos consejos de cómo gestionar esos partidos donde no salen las cosas que has entrenado.
Detecta tus problemas y afróntalos
Si llevas cierto tiempo jugando el pádel y notas las sensaciones descritas anteriormente no debes agobiarte, ya que sucede en cualquier modalidad deportiva o actividad física. Los síntomas son claros: golpes que has entrenado durante toda la semana no entran en los partidos, dejas huecos que antes no prestabas en defensa, el entendimiento con tu compañero de juego no es como esperabais… El primer paso es reconocer que hay un problema, el segundo ponerse manos a la obra para solucionarlo.
Una vez detectado, debes saber cuál es el problema verdaderamente. Puede ir desde un simple cambio de pala a la que no estás todavía habituado hasta un “burnout” o estar quemado de los malos resultados. En cualquier caso, hay solución. ¿Cómo gestionar el problema durante un partido? Modificando tu estilo de juego puntualmente para reforzar la confianza y salir airoso del encuentro.
Arriesgar vs Seguridad
El estilo habitual de los jugadores que van a por todas y quieren la victoria a toda costa es arriesgar y arriesgar… Este precepto puede ser recomendable en determinadas fases de un partido pero cuando existe un problema debes pensar más con la cabeza que con el corazón. Pon un momento para arriesgar y otro para jugar con seguridad.
La seguridad debes transmitirla cuando saques y tengas la ventaja del mismo. No arriesgues con golpeos que no entran en ese partido, pues de lo contrario dará alas al rival incluso en tu propio saque. La confianza debes cogerla precisamente en estos puntos donde la iniciativa la llevas tú.
Si por tu carácter de juego quieres arriesgar en determinados momentos del encuentro, hazlo cuando tengas el resto. Lleva al rival hacia los cristales e intenta mantener la red a tu alcance. Si consigues encadenar dos o tres puntos restando, tendrás mayores probabilidades de recuperar la confianza que habías perdido.
Automotivación y retos tangibles
El descanso en los partidos no solo sirve para recuperar el aliento físico tras un esfuerzo prolongado. También para despejar la mente y revertir situaciones adversas durante el partido. Ese es, precisamente, el momento en que tanto tu compañero como tú debéis deciros los puntos fuertes que estáis teniendo en el partido para reforzar la autoconfianza de cara a golpes posteriores.
También detectar los errores para establecer objetivos tangibles a corto plazo. Por ejemplo, si notáis que apenas lleváis la iniciativa del partido y que la red está dominada en todo momento por vuestros rivales, pensad qué golpes de vuestro repertorio, entrenados durante la semana, podéis reforzar para revertir dicha situación, por ejemplo un globo. De esta manera tendréis una motivación a corto plazo y luchareis para ir recuperando poco a poco terreno en el partido.